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jueves, 4 de agosto de 2016

No te engañes. La vida no se mide en horas, minutos y segundos.



La vida se mide en sonrisas.
En las que te sacan tras un piropo.
En las que siguen a una mirada cómplice.
En las que se convierten en carcajadas tras un chiste.
En las de los éxitos.
En las que surgen al recordar lo que hiciste el día anterior.
En las de los momentos con los tuyos.
En las que asoman a tu cara cuando es domingo y te das cuenta de que
puedes posponer la alarme y en las de las cosquillas que esas manos que tanto 
quieres te hacen.

La vida se mide en abrazos.
Los que recibes, pero también en los que das.
Los que te sacan a flote un mal día.
Los de después de un buen polvo.
Los de los reencuentros y los de las alegrías compartidas 
con esa persona tan especial.

La vida se mide en besos.
En los robados, los castos, los apasionados y los paternales.
En los primeros besos tan cargados de ilusión.
Pero también en los últimos, cargados de silencios y momentos para el olvido.

La vida se mide en todos aquellos momentos en los que tienes la oportunidad 
de disfrutar al máximo al lado de quien realmente te importa

Vamos a querernos sin miedo.



Querer es miedo diluido en sonrisas y lágrimas.
Vamos a dar la vuelta al mundo cogiendo nebulosas y galaxias entre nuestras manos.
Vamos que ayer es gerundio y perdido y ya no importa y 
mañana es futuro que no existe y solo queda el ahora.
Vamos a mirar el universo con los ojos cerrados y abrazar el corazón como 
si fuéramos niños.

Vamos sin que sea imperativo, fluir es sencillo cuando amas.
Todo es uno y uno es todo.
Si quieres puedes y querer es poder mirar a los ojos a la luna y desnuda de orgullo admitir que las murallas que construiste se están fundiendo y ya nada importa.

Gracias, un día me desperté y empecé a ver la vida con un color más brillante.
Soñar es vivir la realidad que siempre soñaste.
Comparto mi sueño y creo en un mundo donde la conciencia se despierta.
Si nos diéramos cuenta de que el agua del mundo es nuestra circulación,
los bosques nuestros pulmones y la tierra nuestros pies,
cuidaríamos cada brizna de hierba y cada río con mucho más cuidado.

Abro los ojos y me vuelvo a despertar con una nueva oportunidad de miles de infinitas posibilidades.

Gracias, amor. Porque te dejé entrar, por todas las heridas que ya no importan, gracias,
porque me hice más fuerte y eso fue al darme cuenta que la fuerza se encuentra en la vulnerabilidad.

Gracias por cada día y cada noche, gracias,
porque si me lo guardo siento que me estalla en el pecho.

Gracias al infinito y al cubo al cuadrado.

Te adoro.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Tú.


Tú que llegaste sin ser buscado aquella tarde.
Que entraste sin llamar, sin avisar, y me cogiste despeinada y con la cara lavada.
Tú que hiciste sonar cada una de las alarmas de mi cuerpo y erizas cada trozo de mi piel con solo rozarme.
Tú que lames los bordes de mi alma con cada beso y te enredas en mi pelo cuando me abrazas. El que sopla mis miedos y me cose las alas para que conozca nuevos horizontes.
Tú que me haces bucear por el más azul de los mares y me traes el cielo a la tierra cuando coges mi mano.
Tú que acaricias mir curvas sin miedo a acelerar en ellas y estrellarte. Que humedeces hasta la tierra más árida y creas oasis en todos los desiertos.
Tú que sabes quien soy y no me dejas no serlo. El que llena de vida mi vida y riega mis sueños con agua de la misma fuente compartida.
Dueño y titan de mis emociones e inventor de cada uno de los escalofríos que me provocas.
Y aún sigues diciendo que exagero; tú, el que irremediable e inevitablemente me ha vuelto loca desde que se asomó a la puerta de mi vida sin llamar y abriéndola de par en par para no volverla a cerrar nunca.

#10


Hoy quiero celebrar contigo, todo lo que nos hemos permitido vivir.
Los dos, codo a codo, levantándonos del suelo y evitando los 
obstáculos que nos ha ido poniendo la vida.
Hoy quiero celebrar contigo que estoy orgullosa de todo lo que he hecho y de lo que hago cada día.
Todo se construye paso a paso, piedra a `piedra, centímetro a centímetro.
Y gracias a esa constancia, somos un poco más felices que ayer.
Hoy quiero celebrar contigo todo lo que nos queda por vivir.
Lo que nos espera tras lo malo, lo que nos alienta a seguir adelante con esta locura llamada amor.
Hoy quiero celebrar que estoy junto a ti, a tu lado.
Así, soy más feliz de lo que era antes


Hoy quiero celebrar que somos dos en uno.  

Quisiera hacerte el amor.


Sí... Acariciar tu mejilla cada mañana, y que cuando abrieras los ojos no
pudieras hacer otra cosa que sonreír al verme despeinada.
Aventurarnos en una batalla de cosquillas, bajo las sábanas.
Cocinar juntos entre besos y risas, brindar con los labios, dibujas sonrisas, 
pasear para ver el mundo o que el mundo nos pasee y se muera de envidia,
sentir el sol en la playa, la lluvia sin paraguas y el frío bajo una manta,
perder la noción del tiempo en conversaciones hasta las tantas de la mañana,
pintar paredes y sueños, elegir el color de tu camisa o el de tu mirada,
que me retires el mechón de pelo para besarme la frente cada vez que sales de casa,
verte feliz con tus cosas, esas que yo no entiendo pero que me llenan porque 
a ti te encantan, perdernos en un bosque un día de otoño y pisar hojas secas bailando,
sin música, que ya me estarás tú cantando, tatuarnos eso que nos queremos tatuar
juntos, en un lugar impensado, sorprenderte cada día con alguna locura
o un simple helado, reírnos hasta que nos duela la tripa y se nos salten las lágrimas sin planearlo, perder mi mano en tu pelo hasta que te duermas o me besaras el cuello,
y también volar con esas alas que nos inventáramos...

Eso... Hacerte el amor, es como yo lo llamo...

Hay miradas...


Por muchas palabras que tus labios puedan poner en juego en el
amplio universo de la semántica,
hay miradas que tienen el poder de desmentir aquello que sentencias,
aquello que mientes e incluso aquello que juras con tu dicción. 
Miradas con aires de grandeza y desdén que elevan al que las porta a la más
absurda cúspide de ignorancia y egoísmo.
Hay miradas que enamoran, miradas que ye invitan a adentrarte
y miradas sin tapujos ni ataduras te abren paso a contemplar el espejo
del alma más puro y sincero.
Conozco miradas de pánico, ojos que lloran supervivencia y emanan coraje,
miradas de deseo capaz de desnudarte sin tocar tu ropa.
Miradas desconocidas  que se cruzan e intimidan, ojos que ponen en duda al más convincente y miradas que matan sin tregua.
Pude presenciar miradas de compasión y ternura, miradas de arrepentimiento
que piden perdones a gritos y miradas inertes y gélidas que provocan 
el escalofrío más perverso. 
Ojos cargados de rencor, envidia y de rabia que son capaces de enmudecer al más osado.
Hay miradas con complejo de azules océanos y verdes pinares,
semejantes al negro tizón y miradas que reflejan el color de la tierra mojada.
Miradas que guiñan a la vida y ojos que le lloran.
Ojos abiertos al mundo y luceros que se esconden mirando desde la ventana la vida pasar.
Tantos ojos, tantas miradas y yo sigo perdiéndome en las pupilar que decoran tu rostro,
esas medias lunas capaces de alumbrar mi sendero en la noche más cerrada.
Par de llamas que, sosteniéndose finamente en dos velas y embriagan mi alma
hablando en silencio el idioma universal de aquello que es imposible decir con palabras.

Y de repente...



Suele pasar así. Es una secuencia de acontecimientos.
Tras un periodo de tempestad vivida, llega la calma.
Y con la calma llega la paz interior.
Y de repente, aunque no quieras, cuando menos te lo esperas,
aparece una música en tu interior, una sensación que es nueva,
algo que no se repite cada vez que piendo esas en esa persona 
que acaba de llegar a tu vida sin darte cuenta.

Quizás son sus ojos los que te llaman la atención,
su mirada, sus labios o su forma de hablar y de hacer de todo un chiste.
Quizá es solo su presencia, su energía que llena el espacio cuando está,
o su conversación y su vitalidad.
Puede ser tan solo que te mira de una forma especial,
o que se poner nervioso cuando te ve y cuando le miras fijamente.
Puede ser todo esto y nada a la vez,
puede ser incluso inexplicable...
Pero, de repente pasa.

Y cuando pasa, algo dentro nos cambia. 
Ya no recuerdas al pasado con dolor,
ya solo piensas en el futuro.
Pensamientos que a veces dan miedo, sí, por
exponer tu corazón, por pensar que una desilusión no la aguantarás,
por equivocarte e ilusionarse con algo y en un tiempo estar solo, 
pero no igual que antes,
sino, echando en falta a una persona. 
A una persona única.

Pero no suele haber marcha atrás.
Esa música que suena dentro es tan bonita, ese hormigueo que se siente
en la boca del estómago es tan adictivo, que suele imponerse 
a todos los miedos que se tienen.
Y tras esa batalla ganada empieza a surgir la ilusión, el
imaginarse con el los planes de futuro imposibles y los más tontos,
pero con una premisa esencial:
Con él.
Y no puedes evitar ser quien eres, y decides ser lo que siempre
has sido, un valiente.
Por arriesgar, por querer sentir, por querer amar y ser amado,
por ilusionarse..